
Desembarcar en el lujo
Soy Málaga y me siento culpable de que navegues en un destino de placer. Y de que atravieses mares de emociones en los cruceros más lujosos del mundo. De que te amarres a mí, con mi gastronomía única, con el lujo de un sol de más de 300 días al año, con mis puertas abiertas para que disfrutes como nunca lo has hecho. Culpable también de que puedas llevarme contigo gracias a una experiencia de compra inigualable. Y de los atardeceres en las terrazas con vistas. Y de mis monumentos, que se quedarán en tu memoria. Culpable, en definitiva, de que antes de soltar amarras, ya quieras volver a visitarme.
Confesiones de una ciudad
Soy Málaga y me siento culpable. Lo confieso.
He sido yo, la que te ha llamado sin llamarte.
La que te ha tentado sin tentarte. La que, sin que te dieras cuenta, te ha atrapado entre sus paisajes, entre su gente, entre su forma de vivir.
Me siento culpable por…


Por llenar tus pulmones del aire más puro
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Por enseñarte a que sin buscar puedes encontrarte a ti mismo
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Por abrir un océano de oportunidades para conocerme
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Por hacerte creer de nuevo en la magia
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Por desvelar que tu lugar soñado existe
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Por hacerte vivir momentos inolvidables en familia
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Por demostrarte que incluso las cosas que no se mueven, movilizan
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Por enriquecer tu memoria con momentos que perduran para siempre
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Por hacerte revivir la pasión
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Por despertar tus sentidos con experiencias inimaginables
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Por hacerte saborear una gastronomía con alma
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Por transformar un evento en algo muy especial
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Por llevarte a navegar por un mar de sensaciones sin explorar
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