Desembarcar en el lujo
Soy Málaga y me siento culpable de que navegues en un destino de placer. Y de que atravieses mares de emociones en los cruceros más lujosos del mundo. De que te amarres a mí, con mi gastronomía única, con el lujo de un sol de más de 300 días al año, con mis puertas abiertas para que disfrutes como nunca lo has hecho. Culpable también de que puedas llevarme contigo gracias a una experiencia de compra inigualable. Y de los atardeceres en las terrazas con vistas. Y de mis monumentos, que se quedarán en tu memoria. Culpable, en definitiva, de que antes de soltar amarras, ya quieras volver a visitarme.
Confesiones de una ciudad
Soy Málaga y me siento culpable. Lo confieso.
He sido yo, la que te ha llamado sin llamarte.
La que te ha tentado sin tentarte. La que, sin que te dieras cuenta, te ha atrapado entre sus paisajes, entre su gente, entre su forma de vivir.
Me siento culpable por…