Por demostrarte que incluso las cosas que no se mueven, movilizan

Norteamérica

Una emoción en cada rincón

Soy Málaga y me siento culpable de esa brisa que te despeina mientras navegas, y de que no te importe. De hacerte sentir esa desconexión, mientras conectas con la tranquilidad del Mediterráneo. De que el arte se te cuele por los ojos en cada uno de sus museos, y que te estremezca hasta el último centímetro de tu cuerpo. De acariciar tus labios con la mejor gastronomía y un vino inolvidable. Me siento culpable de crear recuerdos para siempre, rodeados de arte y cultura. De hacerte sentir el lujo de un hotel con vistas al mar, del valor de la artesanía o de una visita exclusiva que solo puedo tener yo, con mi Catedral, mi Alcazaba, mis museos… Me siento culpable de que me vivas como nunca has vivido otra ciudad.